Principiodeincertidumbre
Viendo un DVD de
Ismael Serrano el fin de semana pasado, me enteré de la existencia de un postulado interesante: la Teoría de Incertidumbre, planteada por
Werner Heisenberg, un físico alemán. ¿Qué hacía un cantautor español hablando de física cuántica? Comentando algo muy interesante, que me llamó la atención.
El madrileño (que, a todo esto fue una grata sorpresa, porque tiene canciones de muy buena música y letras notables) adaptó la teoría a nuestras vidas. Con otras palabras decía que esta teoría planteaba la imposibilidad de medir las cosas con exactitud y que la realidad se alteraba constantemente. De esto, concluía que nada estaba escrito en la vida. Ni en la historia del hombre ni en la de cada individuo. Que cada cosa, cada detalle, modificaba su entorno con su sola presencia. En el contexto de Serrano (estaba en medio de un conierto) le decía al público que cada canción sonaba y tenía un sentido distinto por la presencia de cada uno.

Después de eso me quedé pensando en lo que dijo el tipo. Y me sentí satisfecho. Porque pensé en lo trágico que sería que existiese el destino. Que todo estuviera escrito de antemano por un poder (¿divino?) que tiene trazado un plan para cada uno de los individuos que habitan esta tierra. Parece simple, pero eso implica que cada uno de nosotros tiene un poder de decisión equivalente a cero, porque, al fin y al cabo, lo que decidamos ya está escrito. "¡Ja! Yo sabía que eso pasaría" me imagino que diría con voz socarrona ese poder supremo. O sea, mejor no pensemos en nada. Dejemos todo en manos del destino. Total, todo ya está escrito. Te entrgan en bandeja todo. Es un camino re fácil, pero me parece horrible.
Poniéndolo así, prefiero el camino más difícil. Ese donde uno maneja su vida. Bajo ciertas condiciones, en un contexto y con circunstancias determinadas que te limitan en ciertos aspectos, cierto. Pero con el poder final de escoger qué quiero yo. Yo, no él o ella que nos mira desde algún punto del universo. Saber que no todo está escrito le da sentido a las decisiones cotidianas. Desde saber si voy a clases o a la pega en la mañana o escoger la comida diaria, hasta pensar y decidir qué quiero para el resto de mi vida, con quién quiero estar, si me voy a vivir a China, a Finlandia o a Talca nuevamente. Esa capacidad de decidir día a día cosas cotidianas y otras no tanto son las que le dan vida a la vida. Es la que le da valor a cada mañana, a cada despertar. Esa facultad humanamente compleja que nos permite pensar en qué somos hoy y decidir en base a eso (y según nuestra conformidad o disconformidad, según el caso) qué queremos ser mañana. Es luchar por lo que uno quiere. Buscar, carese, pararse otra vez y tratar de alcanzar eso a lo que aspiras. Como diría Serrat (a quien Serrano se parece bastante), se hace camino al andar.
Yo al menos lo prefiero así.