4.4.06

Japi Bersdei!


Desde enano que me celebran mis cumpleaños. De las primeras fiestas no me acuerdo nada, pero sé que fueron con mis primos y tíos y luego con amigos del jardín. Mi primera imagen debe ser de mi cumple número 5 o 6. Esa vez mi madre (que siempre se ha esmerado en hacer celebraciones notables) llevó payasos y nos tuvieron webeando toda la tarde. Lo pasé la raja. Los amigos no han variado, porque muchos de los que rieron con los animadores, estuvieron el sábado pasado en mi cumple 22. Pero sí han cambiado otras cosas. Antes la torta era de bizcocho con manjar y con forma rectangular para decorarla encima con una cancha de fútbol. Las bebidas estaban en botellas de vidrio de litro y medio. Había mucho suflito (de sabores "tuti-fruti y queso). Mucha papita frita y ramitas. Algunos tapaditos con ave mayo y ave pimiento. Después había piñata, lleeena de dulces y con una exclusividad: chicles!!! Eso que no me dejaban comer mucho durante el año, abundaba en la piñata por orden del festejado. Y la recolección en el suelo, con la ropa sucia y el cuello mojadísimo después de horas de carreras, juegos y goles varios. Se acababa y mis amigos se iban con una bolsita sorpresa. Y yo quedaba muerto, tratando de jugar con los regalos nuevos, haciendo el esfuerzo, pero cayendo dormido al final.

En cambio hoy es distinto. A la misma hora en que antes iban a buscar a los invitados, tipo 8-9, ahora yo estoy terminando de arreglar la mesa con papas fritas y salsas varias para recibir a los amigos, que ahora vienen con camisa y pantalón y no con short y polera. La torta es mil hojas y no tiene futbolistas encima. Ahora el bebestible también va en vidrio, pero este tiene alcohol. Y los vasos no son de cartón con el diseño de monitos de moda, si no de vidrio. Y ojalá en vaso largo. Ahora no hay tapaditos, si no choripan o sanguches de lomito. Los amigos no sólo son de Talca. También vienen de Santiago. Los regalos ya no son juguetes, si no calcetines, copete o un disco de Daddy Yankee. Los tíos no van a buscar a los invitados. Ellos se van solos, manejando. Ahora nos cansamos, pero no de correr sino de bailar regetón en una discoteque. Y no nos da verguenza que vaya niñas al cumple. Al contrario, benditas sean! Y termino mi cumpleaños igualmente muerto que cuando tenía 7, pero esta vez porque son las 5 o 6 de la mañana y el copete ya influyó.

Pero afortunadamente hay cosas que no cambian. Mis amigos siguen yendo a verme y me llaman para saludarme. Me dan un fuerte abrazo después y yo sigo sintiéndome el alma de la fiesta. Y lo disfruto. Mis papás siguen peparando casi todo. Mi hermana sigue sacando fotos y entreteniendo a las visitas, pero ahora les conversa como adultos. Y yo sigo adorando esta fecha, esperándola con muchas ganas y disfrutando durante una semana después de lo bien que la pasé. Y todavía tengo mucho de niño, gracias a dios, y la vela de papá pitufo, tras 15 años, sigue parada en medio de mi torta.