Recuerdo numero 1: Nou Camp

Desde que empezamos a planificar el viaje a Europa estaba seguro, por sobre todas las cosas, que TENIA que ir a un lugar: el Nou Camp, el estadio del Barça. Parada obligada, porque si no lo visitaba no podría decir luego que había estado en la ciudad condal.
Razones? Varias. Debe ser uno de los estadios más espectaculares del mundo, por su tamaño y su aparincia. Es imponente. Porque es un estadio que tiene paños de historia. Porque es el estadio de uno de los equipos más populares y potentes del mundo. Porque por sus pastos han pasado grandes como Koeman, Romario, Ronaldo, Ronaldinho, Luis Enrique, Riquelme, Kluivert, Eto´o, Kubala, Messi, EL Diego, entre otros que han vestido la camiseta Blaugrana. En fin, existen arugemntos de sobra para explicar por qué visitar en Nou Camp es tarea obligada.

Aún en Chile revisé el calendario del Barça para ver si podía hacer coincidir mi estadía en la capital catalana con algún partido del equipo. Un desastre. Todos fallaban, ecepto uno: por la Liga, contra el Atlético de Madrid. Partidazo. El único problema era que el mismo día del partido nosotros estaríamos en La floresta, un pueblo a hora y media de BCN, visitando a la familia de mi cuñado catalán. Pero después de un par de movidas de mi hermana, consiguió que Ignasi, un amigo suyo fanático del Barça, aceptara llevarme como acompañante. A las 4 ya viajaba en tren y a las 6:15 ya estaba con él. A las 6:30 ya salíamos del metro y minutos después caminábamos rumbo al Nou Camp. De a poco fue apareciendo al fondo, descubriéndose de árboles y otros edificios. Soberbio.

"Vamos, tú sígueme y no digas nada. Si hay una mina en el primer filtro, cagamos. Si es hombre, ya estamos dentro" me dijo Ignasi. La entrada? Nada de nada. Iba acompañado del ticket, que caminaba rápido a un par de metros delante: Ignasi es policía y tiene la mano lista para entrar gratis con otra persona. Esa persona, por esta afortunada vez, era yo. Increíble. Subimos una escalera y vemos un guardia, hombre. Pasamos son problemas y al segundo flitro un caballero pelado y de barba nos deja pasar por la entrada de "Invitaciones y pases especiales". Estamos dentro. Y gratis. Notable!

Bajo por una escalera. De a poco voy viendo el fondo verde. Es el pasto del Nou Camp que se asoma. Cruzo un pasillo que da la vuelta a todo el estadio y entramos en el sector de galería, detrás de uno de los arcos de la cancha (el oriente, si no me equivoco). Shock. No me la creo. A medida que avanzo el estadio se hace mucho más grande y yo me siento más enano en medio de ese templo del fútbol. Como diría Galeano, esa catedral a la que asisten los feligreses cada domingo. De pronto, mientras Ignasi aún se reia de mi cara de baboso, empieza a sonar el himno del Barça, en catalán por supuesto. No entiendo nada pero se pone la piel de gallina igual no más. "Barça, Barça, Barça" termina la canción, con todos gritando, salvo un puñado de fanaticos del Aleti. Suena el pito, parte el partido y ruge otra vez el estadio. Todos gritan: niños, abuelos, abuelas, jóvenes, adultos, extranjeros. No está Ronaldinho ni Eto´o pero es una fiesta igual. Y la disfruto a concho. Y me siento realizado.

El resultado 1-3 final dio lo mismo. Igual cumplí un sueño. Y me doy por satisfecho por el resto del viaje. Porque nunca más estaré a 25 metros de Messi, Van Bommel, Iniesta y Larsson. Ni a 40 metros de Puyol o Valdés. Ni tampoco veré en mucho tiempo al niño Torres o a Perea jugar tan bien, porque el juego de ellos también lo disfruté. Me quedo con la ilusión cuando iba en tren, la emoción cuando corríamos al estadio, y la cuchara a mil al entrar a la galería. La bufanda del Barça que compré afuera la pago con Mastercard. Todo lo anterior, es impagable. Y no se me borra más. ¡Ála Barça!