Simple
.... y al final de todo, uno vive por y para cosas pequeñas. Creo que en los días finales uno va a recordar esas cosas sencillas y no aquellas que parecen ser más importantes. Uno termina estudiando y trabajando, por ejemplo, para disfrutar de momentos que son más breves y más simples. Quizás por eso mismo uno los disfruta, porque no son parte de la rutina sino que son eventos extraordinarios. Una marraqueta tostada con mantequilla. Nada como leer el diario en la cama. Nada como una pizza, bebida y fútbol en la tele junto a mis dos partners. Como esos carretes de conversaciones triviales. Como un desayuno con yogurt de frutilla y magdalenas (queques chicos). Como una piscola a las 4 de la tarde. Como un carrete improvisado. Nada como una tarde haciendo nada, echado en el sofá con la Marite. Nada como una caminata de madrugada buscando qué hacer. Nada como una empanada de pino con Coa-Cola. O una chela heladita. O apagar el despertador y seguir durmiendo. O conversar piscola en mano en un paseo a Peyuhue. O una película comiendo sahne-nuss con la Marite. O un gol de tu equipo sobre la hora. O una rascadita de mis hermanos en el pelo. O una ducha después de una pichanga. O una siesta en el sofá después de un almuerzo grande. O tomar once abrigado después de una tarde playera... en fin. Verdaderos placeres. Cuando se vive ese momento, tan corto, tan rápido, tan simple, uno se da cuenta del sentido de todas las otras tonteras que ha hecho. |